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Hemos desarrollado un interesante buscador donde puedes colocar una palabra o frase cualquiera y ver, automáticamente, qué han escrito sobre ella algunos autores muy interesantes (clásicos y no). Estamos trabajando duro para aumentar la cantidad de obras y autores.
Las pasiones hacen vivir al hombre, la sabiduría sólo le hace durar.
Nicolás Chamfort
¡Qué absurdos los hombres! Siempre en movimiento, siempre dispuestos a interesarse por todo. Cuando se acuestan dejan dicho que los despierten al rayar el alba. Si se acercan a la chimenea permanecen de pie, listos para huir al otro extremo del cuarto, listos para huir siempre hacia cosas fútiles.
María Luisa Bombal, Las islas nuevas
Ella posó sus manos sobre mis hombros y se quedó mirándome fijamente. En el fondo de sus pupilas, un líquido negrísimo y espeso dibujaba una extraña espiral. Las pupilas permanecieron largo tiempo clavadas en mí. Después se puso de puntillas y acercó su mejilla a la mía. Fue un gesto tan cálido y dulce que mi corazón dejó de latir por un instante.
Haruki Murakami, Tokio Blues
-Amigo mío, voy a reunirme con mi dulce Mariana (decía Robin con un hilo de voz). Entiérrame donde caiga esta flecha.
Y con un gran esfuerzo, Robin tensó el arco y disparó su última flecha, Ésta salió a través de la ventana de la celda y fue a clavarse en el prado que rodeaba el monasterio. Johnny lloró horas y horas la muerte de su amigo. Después cavó la fosa en el lugar en el que había caído la flecha y lo enterró.
Anónimo, Robin Hood
Nací en medio de estas delicias y no amanecí llorando a la vida, sino que sonreí amorosamente a mi madre. Así no envidio al altísimo Júpiter la cabra que le amamantó, puesto que a mí me criaron a sus pechos dos graciosísimas ninfas, la Ebriedad, hija de Baco, y la Ignorancia, hija de Pan, a las cuales podéis ver entre mis acompañantes y seguidores. Si queréis conocer sus nombres, os los diré, pero, ¡por Hércules!, no será sino en griego.
Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura
Recordó todo eso y le vino a la mente el proverbio que dice « cuando crezca tu hijo, hazte su hermano» , sintiendo —quizás por primera vez en su vida— lo complicada e importante que era la paternidad, como jamás lo sintiera antes.
Naguib Mahfuz, Entre dos palacios
¡Se entraba al santuario por un orificio redondo en la falda del cerro, apenas mayor que las aperturas redondas que hay a la entrada de los gallineros. Los fieles y los que venían a pedir información al dios entraban arrastrándose por el agujero y se encontraban en un espacio oscuro e infinito en presencia de Agbala. Nadie había visto jamás a Agbala, salvo su sacerdotisa. Pero nadie que hubiera entrado en aquel temible santuario había salido de él sin temor a su poder. La sacerdotisa estaba junto al fuego sagrado que hacía ella misma al fondo de la cueva y proclamaba la voluntad del dios. El fuego no tenía llama. Los leños en ascuas no servían más que para iluminar vagamente la figura sombría de la sacerdotisa.
Chinua Achebe, Todo se desmorona
¿Qué me importa la venida de Carlos y sus huestes? Descansaré a la sombra, escuchando el dulce murmullo de las aguas, observando a los segadores en su tarea; y tú, mi Filis, alargarás la mano entre las esmaltadas flores y me tejerás guirnaldas al compás de la música de tu voz.
Ariosto
¿Qué es lo que aprendes de tanto libro y tantos anaqueles? Tú coge un libro en ayunas y luego de tenerlo en la mano varias horas dime si sientes hambre o si estás lleno.
Giuseppe Gioachino Belli, Sonetos
Si siempre estamos dispuestos a ser felices, es inevitable serlo alguna vez.
Blaise Pascal