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El movimiento veloz que agita el mundo no se oye sino andando.
Felicité de Lamennais
El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso.
Gilbert Chesterton
El que pretende dirigirse a la humanidad o es un tramposo o está equivocado.
Juan Carlos Onetti
Beranger provocaba en mí una alegría irrefrenable, un deseo de hacer trastadas, de decir a todo el mundo palabras insolentes, mordaces, y, en poco tiempo, hice muchos progresos en este aspecto. Sus poesías también me las aprendí de memoria; entraba en las cocinas por unos momentos y se las leía a los asistentes con mucho entusiasmo. Pero pronto hube de renunciar a ello, pues los versos: «a las diez y siete toda muchachita ¡con cualquier sombrero está bonita!» suscitaron una asquerosa conversación acerca de las muchachas; aquello me ofendió hasta ponerme furioso.
Máximo Gorky, Por el mundo
En efecto, el pensamiento más sencillo no puede formularse si en él no se envuelve, bajo múltiples aspectos, el concepto fundamental del número. El beduino que en medio del desierto, en el momento de la oración, murmura el nombre de Dios, tiene el espíritu dominado por un número: ¡la Unidad! Sí, Dios, según la verdad expresada en las páginas del libro santo y repetida por los labios del Profeta, es Uno.
Malba Tahan, El hombre que calculaba
La reina que había en mí ansiaba su victoria y rezaba por ella; la esposa temía que no regresara vivo y suplicaba a Isis que protegiera su vida. Yo era al mismo tiempo la esposa espartana que decía: «Vuelve con tu escudo o sobre tu escudo» y la esposa egipcia que decía: «Vuelve de la manera que sea, incluso sin el escudo».
Margaret George, Memorias de Cleopatra
Toda máquina está en proceso de extinción.
Bioy Casares
El ser humano, desde que nace hasta que muere, es una máquina de romper juguetes.
Amado Nervo
¡Da pena y risa recordar cuántas dolorosas humillaciones, cuántos agravios y zozobras me proporcionó aquella pasión mía por la lectura, surgida tan de repente! Los libros de la cortadora me parecían terriblemente caros y, temeroso de que la vieja ama los quemase en el horno, procuraba apartarlos de mi pensamiento; empecé a tomar prestados unos pequeños libritos, de diversos colores, en la tienda donde compraba el pan.
Máximo Gorky, Por el mundo
Aunque la ambición sea en sí misma un vicio, a menudo es causa de virtudes.
Marco Fabio Quintiliano