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Nací en medio de estas delicias y no amanecí llorando a la vida, sino que sonreí amorosamente a mi madre. Así no envidio al altísimo Júpiter la cabra que le amamantó, puesto que a mí me criaron a sus pechos dos graciosísimas ninfas, la Ebriedad, hija de Baco, y la Ignorancia, hija de Pan, a las cuales podéis ver entre mis acompañantes y seguidores. Si queréis conocer sus nombres, os los diré, pero, ¡por Hércules!, no será sino en griego.
Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura
Todos sus vecinos temían a Umuofia. Era muy fuerte en la guerra y en la magia, y sus sacerdotes y chamanes eran temidos en todos los alrededores. Su medicina de guerra, más potente, era tan antigua como el propio clan. Nadie sabía de cuán- do databa. Pero había algo en lo que todos estaban de acuerdo: el principio activo de aquella medicina había sido una anciana a la que le faltaba una pierna.
Chinua Achebe, Todo se desmorona
Que mires más allá de mí, que me ames con violenta prescindencia del mañana, que el grito de tu entrega se estrelle en la cara de un jefe de oficina, y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de la libertad.
Julio Cortázar
Una canción, belleza necesita, más la belleza, ni canciones precisa…
Máximo Gorky, Por el mundo
Llego a la primera hilera de casas. Ante la escasez de hombres, que se han echado al monte o están entre rejas, las mujeres han tenido que sumar nuevos roles a los de siempre: alimentar y vestir a los niños, ir a por agua, tra- bajar en el campo, alargar la mano para cobrar una paga exigua y construir. Construir casas nuevas. Convertirlas en nuevos hogares. No tienen tiempo ni para inspeccio- nar el fruto de su trabajo. Hace falta un extraño, como yo, para ver aquello que ellas no alcanzan a ver. Todas las chozas están a medio construir, unas más avanzadas que otras. Milicianos armados patrullan los senderos del nuevo asentamiento.
Ngũgĩ wa Thiong’o, En la casa del intérprete
Se ha dicho que la locura es un exceso de subjetividad, es decir, un estado en el que el alma se entrega demasiado a su trabajo interior y poco a las impresiones que vienen de fuera. En Tomás Roch esta indiferencia era casi absoluta. No vivía más que dentro de sí mismo, presa de una idea fija, cuya obsesión le había llevado donde estaba. Difícil, pero no imposible, era que se produjera una circunstancia, un contragolpe que le «exteriorizase», para emplear una palabra bastante exacta.
Julio Verne, Ante la bandera
Para estos últimos está dedicado este libro, para los que necesitan de su ausencia para confirmar su existencia, para los que tuvimos que golpearlo, azotarlo y clavarlo en la cruz para entonces saber que existía.
Dalmiro Saenz, Setenta veces siete
Ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad.
José Martí
En efecto, el pensamiento más sencillo no puede formularse si en él no se envuelve, bajo múltiples aspectos, el concepto fundamental del número. El beduino que en medio del desierto, en el momento de la oración, murmura el nombre de Dios, tiene el espíritu dominado por un número: ¡la Unidad! Sí, Dios, según la verdad expresada en las páginas del libro santo y repetida por los labios del Profeta, es Uno.
Malba Tahan, El hombre que calculaba
Cuando ya había recorrido tanto trecho que lo mismo me importaba proseguir que regresar, se desvaneció de pronto aquella calma que me había seducido. No era todavía la tempestad, pero sí la marejada y el oleaje cada vez más grueso.
Séneca, Epístolas morales a Lucilio