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Llego a la primera hilera de casas. Ante la escasez de hombres, que se han echado al monte o están entre rejas, las mujeres han tenido que sumar nuevos roles a los de siempre: alimentar y vestir a los niños, ir a por agua, tra- bajar en el campo, alargar la mano para cobrar una paga exigua y construir. Construir casas nuevas. Convertirlas en nuevos hogares. No tienen tiempo ni para inspeccio- nar el fruto de su trabajo. Hace falta un extraño, como yo, para ver aquello que ellas no alcanzan a ver. Todas las chozas están a medio construir, unas más avanzadas que otras. Milicianos armados patrullan los senderos del nuevo asentamiento.
Ngũgĩ wa Thiong’o, En la casa del intérprete
Las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados.
Ana Frank
¿Yo papa? ¿Papa yo? ¡No soy tan necio! ¿No sabes que es mejor ser zapatero? Quiero vivir a mi manera, hermano, y no como me mande el mundo entero.
Giuseppe Gioachino Belli, Sonetos
El orgullo de quienes no pueden edificar es destruir.
Alejandro Dumas
Quizás el camino más directo para conquistar la fama sea afirmar con seguridad y pertinencia y, por cuantos medios sea posible, el haberla conquistado.
Giacomo Leopardi
Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente.
Ludwig Wittgenstein
Yo tenía que estar más fuerte en caso de que él estuviera más débil; puesto que éramos una sola cosa, si uno menguaba, el otro tenía que crecer para conservar la fuerza del todo.
Margaret George, Memorias de Cleopatra
Una orgía real nunca excita tanto como un libro pornográfico.
Aldous Huxley
Para estos últimos está dedicado este libro, para los que necesitan de su ausencia para confirmar su existencia, para los que tuvimos que golpearlo, azotarlo y clavarlo en la cruz para entonces saber que existía.
Dalmiro Saenz, Setenta veces siete
¡Qué absurdos los hombres! Siempre en movimiento, siempre dispuestos a interesarse por todo. Cuando se acuestan dejan dicho que los despierten al rayar el alba. Si se acercan a la chimenea permanecen de pie, listos para huir al otro extremo del cuarto, listos para huir siempre hacia cosas fútiles.
María Luisa Bombal, Las islas nuevas