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El hombre más feliz del mundo es aquel que sabe reconocer los méritos de los demás y puede alegrarse del bien ajeno como si fuera propio.
Johann W. von Goethe
Hoy no brilla la luna; sé que las cosas no marchan bien. Esta mañana, cuando salía de casa con todo cuidado, Chao el Ricachón me ha mirado de una manera aún más extraña: como si me tuviera miedo, como si quisiera matarme.
Lu Xun, Diario de un loco
La vida nos ha sido concedida con la limitación de la muerte; hacia esta nos dirigimos. Temerla es, por tanto, una insensatez, ya que los acontecimientos seguros se esperan; son los dudosos los que se temen.
Séneca, Epístolas morales a Lucilio
¡Adiós! En la noche inmensa, y en alas del viento blando, veré tu barca bogando, la vela impoluta y tensa. Herida el alma y suspensa, te seguiré, si es que puedo; y aunque iluso me concedo la esperanza de alcanzarte, ante esa vela que parte, yo sólo sé que me quedo.
Nicolás Guillén
Todos sus vecinos temían a Umuofia. Era muy fuerte en la guerra y en la magia, y sus sacerdotes y chamanes eran temidos en todos los alrededores. Su medicina de guerra, más potente, era tan antigua como el propio clan. Nadie sabía de cuán- do databa. Pero había algo en lo que todos estaban de acuerdo: el principio activo de aquella medicina había sido una anciana a la que le faltaba una pierna.
Chinua Achebe, Todo se desmorona
Ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad.
José Martí
Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente.
Ludwig Wittgenstein
Odio y evito el vulgo profano. ¡Silencio! Sacerdote de las musas, canto a doncellas y mancebos canciones nunca antes oídas.
Horacio
Ella posó sus manos sobre mis hombros y se quedó mirándome fijamente. En el fondo de sus pupilas, un líquido negrísimo y espeso dibujaba una extraña espiral. Las pupilas permanecieron largo tiempo clavadas en mí. Después se puso de puntillas y acercó su mejilla a la mía. Fue un gesto tan cálido y dulce que mi corazón dejó de latir por un instante.
Haruki Murakami, Tokio Blues
Lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice.
Peter Drucker