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La reina que había en mí ansiaba su victoria y rezaba por ella; la esposa temía que no regresara vivo y suplicaba a Isis que protegiera su vida. Yo era al mismo tiempo la esposa espartana que decía: «Vuelve con tu escudo o sobre tu escudo» y la esposa egipcia que decía: «Vuelve de la manera que sea, incluso sin el escudo».
Margaret George, Memorias de Cleopatra
Que mires más allá de mí, que me ames con violenta prescindencia del mañana, que el grito de tu entrega se estrelle en la cara de un jefe de oficina, y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de la libertad.
Julio Cortázar
Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente.
Ludwig Wittgenstein
Tenía tan prietos los labios que casi no se le veían, sus ojos desencajados miraban tristes hacia adelante con expresión de fatalidad, pero parecía ciega. Aunque no podía decirse que fuese fea, percibíase claramente en ella una tensión que la desfiguraba como si estirase todo su cuerpo y le contrajese el rostro hasta causarle dolor.
Máximo Gorky, Por el mundo
Un desencantado. Esperaba oír el eco y a mis oídos no llegaron más que elogios.
Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal
Te voy a confiar siete secretos de cómo se reparten los pecados: los curas pecan siempre de avaricia, lujuria es el pecado de los frailes; la soberbia engorda a los poetas cuando escriben sonetos sin recato, y la gula atolondra a estas tres clases: cardenales, obispos y prelados. Envidia tienen las mujeres viejas, los hidalgos burlados tienen ira, los funcionarios públicos, pereza.
Giuseppe Gioachino Belli, Sonetos
Tiempo atrás, cuando todavía era joven y mis recuerdos eran mucho más nítidos que ahora, intenté escribir varias veces sobre Naoko. Pero entonces fui incapaz de escribir una sola línea. Era consciente de que una vez brotara la primera frase, las restantes fluirían espontáneamente, pero ésta jamás brotó.
Haruki Murakami, Tokio Blues
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela Es dar la vuelta al mundo Atravesar sin brújula la rosa de los vientos Islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas No es tarea fácil – si placentera – No creas hacerlo en un día o noche de sábanas explayadas Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas.
Gioconda Belli
Crecí para ti. Tálame. Mi acacia implora a tus manos su golpe de gracia.
Juana de Ibarbourou
Todas las tardes -tres, cuatro- nos dice el párraco: ¡que vais a ir al infierno!, ¡que vais a morir achicharradas!, ¡peor que los perros!…; ¡pero yo digo que los perros se casan con quien quieren y lo pasan muy bien! ¡Cómo me gustaría ser perro! Porque si le hago caso a mi padre -cuatro, cinco-, entro en un infierno, y si no, por no hacerle caso, luego voy al otro, al de arriba…
Federico García Lorca, Los títeres de cachiporra