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Hemos desarrollado un interesante buscador donde puedes colocar una palabra o frase cualquiera y ver, automáticamente, qué han escrito sobre ella algunos autores muy interesantes (clásicos y no). Estamos trabajando duro para aumentar la cantidad de obras y autores.
Crecí para ti. Tálame. Mi acacia implora a tus manos su golpe de gracia.
Juana de Ibarbourou
Para estos últimos está dedicado este libro, para los que necesitan de su ausencia para confirmar su existencia, para los que tuvimos que golpearlo, azotarlo y clavarlo en la cruz para entonces saber que existía.
Dalmiro Saenz, Setenta veces siete
Un hombre de carácter podrá ser derrotado, pero jamás destruido.
Ernest Hemingway
¿Qué me importa la venida de Carlos y sus huestes? Descansaré a la sombra, escuchando el dulce murmullo de las aguas, observando a los segadores en su tarea; y tú, mi Filis, alargarás la mano entre las esmaltadas flores y me tejerás guirnaldas al compás de la música de tu voz.
Ariosto
Que mires más allá de mí, que me ames con violenta prescindencia del mañana, que el grito de tu entrega se estrelle en la cara de un jefe de oficina, y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de la libertad.
Julio Cortázar
La reina que había en mí ansiaba su victoria y rezaba por ella; la esposa temía que no regresara vivo y suplicaba a Isis que protegiera su vida. Yo era al mismo tiempo la esposa espartana que decía: «Vuelve con tu escudo o sobre tu escudo» y la esposa egipcia que decía: «Vuelve de la manera que sea, incluso sin el escudo».
Margaret George, Memorias de Cleopatra
La primera vez que vi tu cola desnuda dirigiéndose al baño, tuve la sensación de estar mirando algo de una belleza difícil de superar. Pedirte que mantengas esa cola a esa altura en la tabla de posiciones sería pedirte un imposible, sería pedirte que compitas con vos misma. Sé que no tengo derecho a pedirte eso, pero vos sí tenés derecho a pedirme que cuide tu cola en mis pensamientos.
Dalmiro Saenz, Carta abierta a mi futura ex-mujer
Te voy a confiar siete secretos de cómo se reparten los pecados: los curas pecan siempre de avaricia, lujuria es el pecado de los frailes; la soberbia engorda a los poetas cuando escriben sonetos sin recato, y la gula atolondra a estas tres clases: cardenales, obispos y prelados. Envidia tienen las mujeres viejas, los hidalgos burlados tienen ira, los funcionarios públicos, pereza.
Giuseppe Gioachino Belli, Sonetos
¿Yo papa? ¿Papa yo? ¡No soy tan necio! ¿No sabes que es mejor ser zapatero? Quiero vivir a mi manera, hermano, y no como me mande el mundo entero.
Giuseppe Gioachino Belli, Sonetos
El estado actual de cosas no tiene remedio en el comicio; pues corrompida ya la masa electoral por los demagogos, toda propaganda para conquistar su mayoría es una sobrepuja de ofertas, conducente a la agravación del desorden.
Leopoldo Lugones, La hora de la espada