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Hemos desarrollado un interesante buscador donde puedes colocar una palabra o frase cualquiera y ver, automáticamente, qué han escrito sobre ella algunos autores muy interesantes (clásicos y no). Estamos trabajando duro para aumentar la cantidad de obras y autores.
¿Quién, en naciendo, no vive sujeto a las inclemencias del tiempo y de la fortuna? ¿Quién se libra, quién se excepta de una intención mal segura, de un pecho doble, que alienta la ponzoña de una mano y el veneno de una lengua?
Calderón de la Barca, A secreto agravio, secreta venganza
Una orgía real nunca excita tanto como un libro pornográfico.
Aldous Huxley
La integridad del hombre se mide por su conducta, no por sus profesiones.
Juvenal
Un desencantado. Esperaba oír el eco y a mis oídos no llegaron más que elogios.
Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal
La primera vez que vi tu cola desnuda dirigiéndose al baño, tuve la sensación de estar mirando algo de una belleza difícil de superar. Pedirte que mantengas esa cola a esa altura en la tabla de posiciones sería pedirte un imposible, sería pedirte que compitas con vos misma. Sé que no tengo derecho a pedirte eso, pero vos sí tenés derecho a pedirme que cuide tu cola en mis pensamientos.
Dalmiro Saenz, Carta abierta a mi futura ex-mujer
El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso.
Gilbert Chesterton
Quizás el camino más directo para conquistar la fama sea afirmar con seguridad y pertinencia y, por cuantos medios sea posible, el haberla conquistado.
Giacomo Leopardi
Se ha dicho que la locura es un exceso de subjetividad, es decir, un estado en el que el alma se entrega demasiado a su trabajo interior y poco a las impresiones que vienen de fuera. En Tomás Roch esta indiferencia era casi absoluta. No vivía más que dentro de sí mismo, presa de una idea fija, cuya obsesión le había llevado donde estaba. Difícil, pero no imposible, era que se produjera una circunstancia, un contragolpe que le «exteriorizase», para emplear una palabra bastante exacta.
Julio Verne, Ante la bandera
Tiempo atrás, cuando todavía era joven y mis recuerdos eran mucho más nítidos que ahora, intenté escribir varias veces sobre Naoko. Pero entonces fui incapaz de escribir una sola línea. Era consciente de que una vez brotara la primera frase, las restantes fluirían espontáneamente, pero ésta jamás brotó.
Haruki Murakami, Tokio Blues
Cuando comenzaba yo a escribir cosas de más entidad y sustancia que las que he publicado hasta ahora, tu voluntad me apartó de este camino. Estábamos juntos en la biblioteca del Tusculano registrando cada cual de nosotros los volúmenes que para su estudio necesitaba, y tropezaste con los Tópicos de Aristóteles, explicados en muchos libros. Te llamó la atención el título, y me pediste la explicación del libro, y habiéndote dicho yo que allí se explicaba el modo de hallar argumentos según el método inventado por Aristóteles, me diste, a entender modestamente, como sueles, pero de manera que bien se conocía tu ardiente deseo, que te enseñase aquel método. Yo, no por esquivar el trabajo, sino por interés tuyo, te aconsejé que los leyeses por ti mismo o que aprendieses el método con algún doctísimo retórico. Una y otra cosa has intentado, según me dices; pero la oscuridad de los libros te ha hecho desistir, y el retórico ha contestado que él ignoraba los preceptos de Aristóteles; y no es maravilla que un retórico desconozca a un filósofo, a quien muy pocos de los mismos filósofos estudian.
Cicerón, Tópicos a Cayo Trebacio