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¡Da pena y risa recordar cuántas dolorosas humillaciones, cuántos agravios y zozobras me proporcionó aquella pasión mía por la lectura, surgida tan de repente! Los libros de la cortadora me parecían terriblemente caros y, temeroso de que la vieja ama los quemase en el horno, procuraba apartarlos de mi pensamiento; empecé a tomar prestados unos pequeños libritos, de diversos colores, en la tienda donde compraba el pan.
Máximo Gorky, Por el mundo
Tenía tan prietos los labios que casi no se le veían, sus ojos desencajados miraban tristes hacia adelante con expresión de fatalidad, pero parecía ciega. Aunque no podía decirse que fuese fea, percibíase claramente en ella una tensión que la desfiguraba como si estirase todo su cuerpo y le contrajese el rostro hasta causarle dolor.
Máximo Gorky, Por el mundo
Es ignorancia no saber distinguir entre lo que necesita demostración y lo que no la necesita.
Aristóteles
Ella posó sus manos sobre mis hombros y se quedó mirándome fijamente. En el fondo de sus pupilas, un líquido negrísimo y espeso dibujaba una extraña espiral. Las pupilas permanecieron largo tiempo clavadas en mí. Después se puso de puntillas y acercó su mejilla a la mía. Fue un gesto tan cálido y dulce que mi corazón dejó de latir por un instante.
Haruki Murakami, Tokio Blues
El movimiento veloz que agita el mundo no se oye sino andando.
Felicité de Lamennais
Llego a la primera hilera de casas. Ante la escasez de hombres, que se han echado al monte o están entre rejas, las mujeres han tenido que sumar nuevos roles a los de siempre: alimentar y vestir a los niños, ir a por agua, tra- bajar en el campo, alargar la mano para cobrar una paga exigua y construir. Construir casas nuevas. Convertirlas en nuevos hogares. No tienen tiempo ni para inspeccio- nar el fruto de su trabajo. Hace falta un extraño, como yo, para ver aquello que ellas no alcanzan a ver. Todas las chozas están a medio construir, unas más avanzadas que otras. Milicianos armados patrullan los senderos del nuevo asentamiento.
Ngũgĩ wa Thiong’o, En la casa del intérprete
¡Qué absurdos los hombres! Siempre en movimiento, siempre dispuestos a interesarse por todo. Cuando se acuestan dejan dicho que los despierten al rayar el alba. Si se acercan a la chimenea permanecen de pie, listos para huir al otro extremo del cuarto, listos para huir siempre hacia cosas fútiles.
María Luisa Bombal, Las islas nuevas
El orgullo de quienes no pueden edificar es destruir.
Alejandro Dumas
¿Qué me importa la venida de Carlos y sus huestes? Descansaré a la sombra, escuchando el dulce murmullo de las aguas, observando a los segadores en su tarea; y tú, mi Filis, alargarás la mano entre las esmaltadas flores y me tejerás guirnaldas al compás de la música de tu voz.
Ariosto
En los espíritus de aptitud literaria es de experiencia común que se empieza casi universalmente por el uso del verso, ensayando de esta manera facultades que luego la mayor parte de los que las llevan a madurez, a de orientar de otro modo.
José Enrique Rodó, Motivos de Proteo