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Recordó todo eso y le vino a la mente el proverbio que dice « cuando crezca tu hijo, hazte su hermano» , sintiendo —quizás por primera vez en su vida— lo complicada e importante que era la paternidad, como jamás lo sintiera antes.
Naguib Mahfuz, Entre dos palacios
-Amigo mío, voy a reunirme con mi dulce Mariana (decía Robin con un hilo de voz). Entiérrame donde caiga esta flecha.
Y con un gran esfuerzo, Robin tensó el arco y disparó su última flecha, Ésta salió a través de la ventana de la celda y fue a clavarse en el prado que rodeaba el monasterio. Johnny lloró horas y horas la muerte de su amigo. Después cavó la fosa en el lugar en el que había caído la flecha y lo enterró.
Anónimo, Robin Hood
Las pasiones hacen vivir al hombre, la sabiduría sólo le hace durar.
Nicolás Chamfort
Tenía tan prietos los labios que casi no se le veían, sus ojos desencajados miraban tristes hacia adelante con expresión de fatalidad, pero parecía ciega. Aunque no podía decirse que fuese fea, percibíase claramente en ella una tensión que la desfiguraba como si estirase todo su cuerpo y le contrajese el rostro hasta causarle dolor.
Máximo Gorky, Por el mundo
Lo importante no es tener muchas ideas, sino la idea oportuna en cada caso.
Juan Zorrilla de San Martín
El mismo lobo tiene momentos de debilidad, en que se pone del lado del cordero y piensa: Ojalá que huya.
Bioy Casares
¡Se entraba al santuario por un orificio redondo en la falda del cerro, apenas mayor que las aperturas redondas que hay a la entrada de los gallineros. Los fieles y los que venían a pedir información al dios entraban arrastrándose por el agujero y se encontraban en un espacio oscuro e infinito en presencia de Agbala. Nadie había visto jamás a Agbala, salvo su sacerdotisa. Pero nadie que hubiera entrado en aquel temible santuario había salido de él sin temor a su poder. La sacerdotisa estaba junto al fuego sagrado que hacía ella misma al fondo de la cueva y proclamaba la voluntad del dios. El fuego no tenía llama. Los leños en ascuas no servían más que para iluminar vagamente la figura sombría de la sacerdotisa.
Chinua Achebe, Todo se desmorona
Para estos últimos está dedicado este libro, para los que necesitan de su ausencia para confirmar su existencia, para los que tuvimos que golpearlo, azotarlo y clavarlo en la cruz para entonces saber que existía.
Dalmiro Saenz, Setenta veces siete
Lo malo no está en que la vida promete cosas que nunca nos dará; lo malo es que siempre las da y deja de darlas.
Juan Carlos Onetti
Nadie llega a la cima del Everest por casualidad.
Anónimo