Tu correo fue agregado al boletín.
Hemos desarrollado un interesante buscador donde puedes colocar una palabra o frase cualquiera y ver, automáticamente, qué han escrito sobre ella algunos autores muy interesantes (clásicos y no). Estamos trabajando duro para aumentar la cantidad de obras y autores.
Sus ojos oscuros se clavaban inmóviles en el adversario, y era difícil aguantar el peso de aquella mirada agobiadora, que me hacía recordar al enfermo con manía de grandeza.
Máximo Gorky, Mis universidades
Las conversaciones son siempre peligrosas si se tiene algo que ocultar.
Agatha Christie
Nací en medio de estas delicias y no amanecí llorando a la vida, sino que sonreí amorosamente a mi madre. Así no envidio al altísimo Júpiter la cabra que le amamantó, puesto que a mí me criaron a sus pechos dos graciosísimas ninfas, la Ebriedad, hija de Baco, y la Ignorancia, hija de Pan, a las cuales podéis ver entre mis acompañantes y seguidores. Si queréis conocer sus nombres, os los diré, pero, ¡por Hércules!, no será sino en griego.
Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura
Lo importante no es tener muchas ideas, sino la idea oportuna en cada caso.
Juan Zorrilla de San Martín
El hombre más feliz del mundo es aquel que sabe reconocer los méritos de los demás y puede alegrarse del bien ajeno como si fuera propio.
Johann W. von Goethe
Todas las tardes -tres, cuatro- nos dice el párraco: ¡que vais a ir al infierno!, ¡que vais a morir achicharradas!, ¡peor que los perros!…; ¡pero yo digo que los perros se casan con quien quieren y lo pasan muy bien! ¡Cómo me gustaría ser perro! Porque si le hago caso a mi padre -cuatro, cinco-, entro en un infierno, y si no, por no hacerle caso, luego voy al otro, al de arriba…
Federico García Lorca, Los títeres de cachiporra
Un hombre de carácter podrá ser derrotado, pero jamás destruido.
Ernest Hemingway
Ella posó sus manos sobre mis hombros y se quedó mirándome fijamente. En el fondo de sus pupilas, un líquido negrísimo y espeso dibujaba una extraña espiral. Las pupilas permanecieron largo tiempo clavadas en mí. Después se puso de puntillas y acercó su mejilla a la mía. Fue un gesto tan cálido y dulce que mi corazón dejó de latir por un instante.
Haruki Murakami, Tokio Blues
Tiempo atrás, cuando todavía era joven y mis recuerdos eran mucho más nítidos que ahora, intenté escribir varias veces sobre Naoko. Pero entonces fui incapaz de escribir una sola línea. Era consciente de que una vez brotara la primera frase, las restantes fluirían espontáneamente, pero ésta jamás brotó.
Haruki Murakami, Tokio Blues
Crecí para ti. Tálame. Mi acacia implora a tus manos su golpe de gracia.
Juana de Ibarbourou